Esta medida es una de las más utilizadas porque no necesita de reactivos, es decir, las mediciones son inmediatas y su manejo es sencillo, por lo que se ha convertido en imprescindible en el monitoreo general de la calidad del agua y se emplea tanto en el control en laboratorios (permite evaluar la calidad de las aguas y determinar el nivel de la transparencia de diferentes líquidos, como vinos o colutorios bucales, entre otros muchos) como en el control de procesos mediante medidas on-line en potabilización de aguas, aguas residuales, acuicultura, monitoreo ambiental, piscinas y spas, entre otros.
En la actualidad, el método más utilizado es la medida mediante turbidímetros, entre otras cosas por su facilidad de uso y su alta precisión y repetitividad, son los turbidímetros, instrumentos electrónicos que utilizan celdas fotoeléctricas que miden la luz dispersada a 90º (medición nefelométrica). Los turbidímetros no requieren tiempo de calentamiento y proporcionan un rendimiento a largo plazo sin necesidad de reemplazar la lámpara.
La escala de longitudes de onda utilizada en la medición de turbidez se sitúa en la zona visible mediante una fuente de luz: una lámpara de tungsteno (400 y 600 nm) - según la norma EPA 180.1 8- o un infrarrojo cercano (NIR) 860 nm, si se mide con instrumentos según el método ISO 7027. Para valores de turbidez por encima de 40 NTU, es muy importante efectuar calibraciones con patrones adecuados a los rangos de medida.
El método de la lámpara de tungsteno puede verse afectado por la absorción de luz visible por la muestra, en cambio no afecta al sistema de luz infrarroja, por este motivo este sistema infrarrojo se utiliza en todo tipo de líquidos incluso coloreados, como vinos, etc.